Esta
historia sucede a mediados del año 1940. Cierta vez un señor regresaba
caminando al pueblo de San Antonio, por la actual carretera que nos conduce a
Santa Cruz de Flores, luego de haber estado bailando y bebiendo en este
distrito; ya que se estaba celebrando la fiesta de la Cruz del 3 de Mayo, cabe
resaltar que en estos tiempos no se contaba con luz eléctrica y mucho menos de
automóviles.
Lo contado en el anterior párrafo no tendría nada de interesante, si no fuera por lo que sucedería luego. Resulta que a la altura de el Templo de San Antonio, el señor observa que éste se encontraba abierta en plena madrugada, así que decide ingresar al templo para ver lo que acontecía.
Estando dentro del templo mira a una multitud de gente, la mayoría con ropa oscura y con la cara cubierta por un velo negro; una señora iba repartiendo una vela a cada persona y por supuesto que también el señor recibe una con la cual se dirige a su casa, durante el camino se le va pasando la borrachera y observa que lo que tenía en sus manos no era una vela sino un hueso humano.
El hombre llega a su casa, temblando de miedo se queda dormido; luego de ésto ya no sería el mismo; se fue secando y murió casi al medio año de haber presenciado lo que supuestamente sería una procesión de animas.
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